En un trabajo anterior conocí a un chico aries, al cual nunca olvidaré. El primer contacto que tuve con él fue sólo telefónico, pues debido a su tipo de trabajo siempre estaba viajando, y cuando al fin lo conocí congeniamos de inmediato, incluso éramos del mismo barrio. Eran tantas las coincidencias que inmediatamente pensé que era él mi alma gemela. Lamentablemente, descubrí también que era casado. Durante el año aproximadamente que trabajé ahí, hicimos una hermosa amistad. Él siempre dio muestras de ser muy feliz en su matrimonio; sin embargo, el hecho de que me llamara tan seguido y sus indirectas coquetonas, me hacían pensar que no le era indiferente. Por mi parte, yo tenía tantos deseos de expresarle todo lo hermoso que me inspiraba, que no se me ocurrió mejor idea que enviarle algunos mensajitos de una admiradora secreta. Sólo el último día, antes de dejar esa empresa, me atreví a decirle que fui yo quien se los envió.
Pensé que todo quedaría ahí, pero él siguió llamándome y seguíamos conversando de todo, hasta que luego de un año nos reencontrarnos en una reunión de aquella empresa y cuando me llevaba a casa, me armé de valor y le pedí que no lo hiciera, pues no quería dejar de estar con él. Estuvimos dando vueltas en su coche y me mostró cómo temblaban sus manos. Le confesé todo lo que había guardado en mi corazón durante todo ese tiempo y él también me confesó que se sentía atraído por mí y que por eso me llamaba. Luego de aquella oportunidad nos vimos sólo un par de veces. Sin embargo, consciente de que esto no nos llevaría a ningún lado y sin afán de causarle mal a nadie, opté por pedirle que no volviera a buscarme, a pesar de que lo amo con todo mi corazón. Ya van como dos meses que no hablamos, hasta lo he bloqueado de mis contactos, y aunque extraño inmensamente nuestras largas charlas de amigos, sé que no podría verlo como tal nunca más y eso es lo que más me duele, haber perdido su amistad.