Espero que les guste...
Un beso
Andrea
Pensamientos incorrectos
La pareja, el paraíso perdido
Por Rolando Hanglin
Se dice que la pareja humana está en crisis. Que cada vez se casa menos gente. Que la convivencia hoy día es muy difícil: porque la mujer quiere trabajar y el hombre quiere trabajar, la mujer quiere manejar y el hombre quiere manejar, la mujer quiere mandar y el hombre quiere mandar, etc. Pura competencia. La mayoría acepta, ahora, que una pareja se forme por diez años, con suerte. Y también pueden durar dos meses, o tres años, o siete temporadas. Incluso se leen declaraciones de hombres y mujeres inteligentes que afirman: Yo elegí mi soledad... Estoy muy bien así... ¡Nunca más una pareja con cama adentro! Todo porque... la convivencia es muy difícil.
Pido perdón a los sabios. A mi modo de ver, lo difícil es la no convivencia. Lo grave es amar a una mujer, desearla con toda el alma, querer verla a cada minuto; sentir su respiración, su aliento, la caricia de sus manos y sus pies; oír su voz, explorar su mente (o su boca); tenerla, poseerla, dormir con ella... y quedarse con las ganas. Para una mujer, lo feo es amanecer cada mañana sin los brazos que la protejan, sin la boca que le cuente mentiras, sin el olor a hombre que se respira bajo una sábana. ¡Eso es lo feo, lo cruel, lo frustrante! Desear y no tener.
Las personas se quedan solas, a veces. Porque enviudan, porque tienen mala suerte, porque aman y no son correspondidas. Van corriendo los meses y estas personas empiezan a perder la compostura. El tono de voz se hace agudo. El aspecto general, descuidado
El ser humano, cuando está solo, se vuelve excéntrico. Porque no tiene una pareja que juegue como contrapeso. Alguien que le diga: No hagas locuras, arreglate esos pelos, tiene razón mengano y no fulano, pensalo bien. Así es que los solos se ponen un poco intratables. Un poco raros, y por lo tanto navegan hacia la demencia.
¿Qué tiene esto de raro? ¡Nada! Somos mamíferos. Necesitamos de la ternura de una madre y de la ferocidad de un padre, todo muy suavizado por los tiempos modernos... ¡Pero seguimos siendo mamíferos! A pesar de la probeta. Entonces, nuestro espíritu se nutre de dos principios. La milenaria dualidad. Virtud y pecado. Hombre y mujer. Dios y el diablo. Se necesitan dos para bailar el tango...
Es cierto: la pareja falla. Traiciona, roba, miente, huye, abandona. Así son las cosas.
Pero, ¿acaso los seres humanos conocemos otra manera de vivir? ¿Quién la inventó? ¿En qué país funciona? Un hombre y una mujer, siempre. Si ustedes quieren, la Bella y la Bestia.
Hay que enseñarlo a los hijos. Hay que hacerlo correr por el aire. Hay que firmarlo con sangre.
La felicidad escapa de nuestras manos, pero a veces logramos apresarla por un tiempo, y ese tiempo pueden ser cien años. Cuando tenemos la felicidad en nuestros brazos, no es de plástico, no es el solitario hornillo de microondas, no es un martini en el after six, no es la desolación de un crucero para solitarios o la patética mirada del viejito que ya no tiene a nadie, sentado en un banco de plaza.
La felicidad es la pareja, hoy más que antes. Complicada, competitiva, con miles de tentaciones que llegan a través del e-mail, la PC, la televisión, las amigas, los amigos, los gimnasios, los cibercafés, los consejeros psicológicos y otros. La felicidad es eso que ya no sucede: amanecer junto a un cuerpo caliente que bosteza y respira. Nuestro íntimo amigo/a.
¿El se fue con otra? ¿Ella se dejó engatusar por un personaje? Mala suerte: volvé a probar. Siempre hay una segunda oportunidad para el que juega limpio.