El primer novio, a veces de un mes, de dos, o incluso de años. El primer novio, la primera vez que las mariposas revolotean libres por el estómago sin pedir permiso. Puede que no fuera el primero, o que fuera el segundo. Pero siempre especial de entre tantos.
Y de repente un día, el primer novio nos dice adiós y el mundo parece que se derrumba. Me acuerdo que tenía sólo 15 años cuando lo conocí y formó parte de mi vida hasta los 18 años.
Ese amor que piensas que será para toda la vida, porque por ser el primero existe un lazo de unión inquebrantable, un contrato de permanencia que no caduca, unas vivencias que no se repiten.
Me acuerdo como si fuera ayer el día que al llamarle me dijo que no quería estar conmigo. No me cogió el teléfono hasta las 2 de la mañana, y después de casi 4 años, sin saber por qué, me dijo que se acababa. Recuerdo cómo lloré, todas las veces que le llamé, cómo fui a buscarle a su casa a 300 km de la mia cogiendo un autobús sin resultado alguno.
Los días pasaban lentos, sin comer, sólo llorando. ¿Os acordáis del nunca lo superaré? Nunca habrá nadie como otro, nunca conoceré a una persona igual, nunca será lo mismo. ¿Quién me querrá igual? ¿a quién volveré a querer incondicionalmente?
Y después llega un día en el que conoces a otra persona, y el primer novio queda en el recuerdo, y piensas la suerte que has tenido de tener otra oportunidad para ser feliz.
Puede que esta relación también termine, y aunque sufrí muchas veces más después de la primera relación, me resulta inútil pensar que ninguna persona superará a la anterior.
Os digo esto porque tengo ya 27 años, he estado casi 5 años con una persona que ha sido buena conmigo incondicionalmente, y que lo único que no tuvo fueron carencias que yo demandaba y que el no podía ofrecerme.
Se terminó, y pienso lo que pensaba a los 18. Pero por un momento, por un instante me da por hacer un viaje en el tiempo y recordar cómo en aquel momento pensé que nunca sería lo mismo, y sin embargo lo fue.
¿Por qué pensar que ahora no sería diferente? En la vida superamos numerosos obstáculos, y ojalá que la pérdida de una pareja sea el problema más grave que pueda ocurrirnos.
No sé si será a mejor, pero de lo que estoy convencida es de que podemos superarnos. Nosotras mismas somos el arquitecto de nuestro propio destino, hagamos que lo que venga sea mejor, mirando hacia adelante y dejando atrás un pasado que ya no está, y que si no vuelve es porque otra cosa está por llegar.
¿Creéis en el destino? Yo sí, y siempre recuerdo la frase de una de mis mejores amigas:
"A veces un deseo no cumplido, es un gran golpe de suerte."
¡ánimo a todas! y a coger el toro por el cuernos...
¡DE ESTA SALIMOS!