Miradas, escurridizas miradas...¡Necesito saber!, se dice ella. El tiempo pasa y todo se reduce a esas miradas cortas pero con promesa ¿De qué?, no lo sabe...
Él es el prominente toro y ella es la tranquila cabra....Pasan los días, pasan las semanas y el juego de miradas sigue igual. Ella es consciente que el toro la acecha, que piensa en ella de una y mil maneras pero no se atreve a mencionar palabra alguna. La cabra se siente halagada, pues ella también es tímida.
En la vida la cabra había experimentado una declaración de amor tan sutil, tan...silenciosa. Ella lo sabe, su intuición se lo dicta, le susurra al oído: el toro te piensa.
El toro la mira algunas veces tímido, otras veces con promesa de deseo, otras con ternura y otras, miradas oscuras. Se pasan así los días. Ella desespera, intenta acercarse...consigue hablarle, el está tranquilo...toda la intriga y deseo del toro hacia ella parece haberse apaciguado. La cabra lo nota, no dice nada. Pero ¡¿Cómo ha sido eso posible?!, se pregunta la cabra intrigada.
El toro escribe, le habla a la cabra entre las líneas de sus textos. Curiosas historias originales del toro. El toro es romántico, el otro es oscuro, el toro intriga a la cabra.
Dejan de verse por largo tiempo. Ambos parecen haberse olvidado. Un día se encuentran y nuevamente, ella siente la misma molesta sensación que la ha invadido siempre respecto al toro: dispersión e intriga. Él la mira como antes, con sorpresa. Su rostro denota que está feliz de verla.
Ella se acerca de nuevo. Él la rechaza sutilmente. Él la quiere lejos de ella. Le dice que a su lado corre peligro, ha su lado ella nunca estará segura, pero él la desea, y aún así, ella debe alejarse...Ella no entiende, se siente desolada, no entiende al toro...
Nuevamente pasan los días y la cabra sigue confundida...finalmente, ella se rinde: aunque ella no entienda porque si la desea el toro la rechaza, ella piensa...debe ser al ritmo del toro...