Esta es una carta a aquel que nunca me quiso.
He pasado muchas noches pensando en ti y he buscado en muchas caras sonrisas que nunca eran la tuya. He buscado en el viento tu aroma y me he despertado envuelta en el sudor que me traían mis sueños sobre tu cuerpo.
Pero ya estoy cansada. Cansada de esperar y cansada de llorar. Porque sí, no lo voy a negar, he llorado por ti. No tengo miedo a decir que te he querido. Que, aun sin conocerte del todo, he sufrido por no volver a estar junto a ti.
Pero eso ya se acabó, a partir de ahora, solo cuento yo. No voy a buscar a otro, dejaré que él me encuentre a mí. No me interesa remplazarte, solo busco ser feliz. No siento rencor, ni odio, ni mucho menos desprecio; porque sé que no fue tu elección no quererme, que la vida es así y que sobre los sentimientos no hay razón que mande.
Reconozco en mí algo de envidia, envidia hacia la que un día dejarás que te ame con libertad. Pero trato de ignorarla bajo la sombra del saber que por mucho que yo te quiera, siempre seré más feliz con aquel que me quiera también a mí.
Sé que poco te importan mis palabras, que el amor no es equitativo y yo pasé sin dejar huella por ti. Y lo veo lógico, por saber que no es una cuestión de desprecio sino de insignificancia. Una nimiedad tal, por la que jamás nos reconocerías a nosotros en esta carta aunque llegara esta ante ti.
Pero necesito decirlo, no a ti, sino al mundo, a todo aquel que me quiera escuchar, necesito oírme decir en alto que he decidido avanzar. Continuar con aquella vida que dejé apartada para regodearme en mi desgracia, impotencia y nostalgia. Que aunque todavía no soy capaz de sonreír, ya he secado mis lágrimas para ver mejor qué es lo nuevo que la vida me va trayendo.
Voy a esperarlo, con paciencia y sin esperar demasiado. Me he propuesto sacarte de mi mente, lograr ser feliz aunque tu rechazo se agolpe en mi mente.
He decidido dejar de buscar que los demás me amen y dedicarme a amar sin esperar respuestas. Solía castigarme a mi misma por cada negativa que recibía, sintiéndome la culpable de que no me quisieran; pero ahora que la culpa se ha hecho tan grande es cuando me doy cuenta de mi verdadero error: yo no soy culpable del amor o desamor.
Como tú, no todos me van a querer; pero aprenderé a esperar, porque tampoco no todos no me van a querer. Ésta no pretende ser una carta de adiós, porque eso ya nos lo dijimos hace mucho tiempo. Es mas bien una carta de Gracias por venir, si estamos interesados ya le llamaremos.
No sé las vueltas que dará la vida, ni si ésta nos cambiará lo suficiente como para que nos amemos de igual forma algún día; pero si sé que agradezco los momentos que, aunque escasos, viví junto a ti y no reniego de ellos ni me arrepiento de uno solo porque sé que, aunque ahora me hacen sufrir, algún día me harán sonreír.
Escrito por B. Garrido.
Lo encontré en la red, me recordó algo...y lo copio aqui.
Feliz lunes al foro.