Yo que te amo tanto, prometo amarte siempre
Yo que te amé tanto, prometo amarte siempre
Yo que me voy de tu lado, prometo amarte siempre
Yo que te he amado siempre, prometo jamás hacerte daño
A veces confundimos al amor.
El amor, al igual que el gozo, está en todo lo que hacemos pero a veces, tenemos a ambas cosas verdaderamente, torcidas.
Desde pequeños hemos amado y nos han amado como hemos podido pero por una cuestión de amor no siempre las historias terminan bien.
A amar no se nos enseña y quizá no haya que enseñar a amar pero si a disfrutar del amor.
Sin amor no hay gozo, pero sin gozo no hay tampoco amor.
Quizá vaya siendo hora de revisar historias y de limpiar nosotros mismos, nuestras historias de amor y las relaciones que tenemos unos y otros.
No hay grado de intensidad en el amor ya que el amor siempre es el mismo. Son las circunstancias personales las que nos llevan a percibirlo de una manera o de otra.
A veces nos hacemos mucho daño y lo paradójico es que casi siempre lo hacemos por amor.
El amor no está en lo que el otro siente por mi sino en lo que yo siento por el otro.
Lo que alimenta a una relación, del tipo que sea, es lo que sentimos nosotros y no depende en absoluto de cuanto nos amen los demás.
Cada uno disfruta de lo que siente, por eso lo que se da nunca estará sujeto a aquello que se recibe.
Si amando gozo es que estoy amando de verdad, si amando no gozo es que el amor esta siendo mal interpretado, será entonces cuando sienta miedo a perder, a que no me amen como yo lo merezco y me volveré celoso, posesivo y temeroso.
La mayoría de las rupturas en las relaciones del tipo que sea, se producen por una manera errónea de interpretar el amor.
Alguien que no goza en el amor tarde o temprano buscará una puerta de salida porque amor y gozo es lo mismo y la falta de amor es no vida.
Tarde o temprano todos hemos de separarnos, pero si algo nos puede mantener unidos a través de los tiempos, es el amor que hemos sentido y compartido con los demás.
No morimos de dolor, morimos de miedo, a todos se nos desdibuja el amor en algún momento de nuestras vidas y lo único que nos reconduce a nosotros mismos, es el amor que somos capaces de sentir.
Sentimos amor cuando no necesitamos de cadenas para amar, cuando revisamos nuestros sentimientos y somos sinceros con nosotros mismos. Sentimos amor cuando le damos libertad al otro. Si la verdad nos hace libres es porque el amor es la verdad.
Amar es alejarse de la confusión, de los malos entendidos, de las agresiones verbales y físicas, de las apariencias y sobre todo, de los malos tratos.
Hagamos buenos tratos con nuestras parejas, con nuestros amigos, con nuestros hijos, con nuestros vecinos y con la sociedad.
Hagamos un buen trato con el amor.
Maltratamos al amor cuando nos mentimos a nosotros mismos, temerosos de no ser aceptados temiendo quedarnos solos.
Solemos confundir al amor con el control.
Y no es porque controlemos a alguien, es porque a quien controlamos es al amor. Al amor que necesitamos para vivir.
Amamos más a las personas amables, como si para amar tuviéramos que ser más simpáticos.
Se nos olvida que existen tanto amores como personas tratamos a lo largo de la vida.
Todos somos amables porque el amor no depende de nadie que no sea yo.
