En respuesta a haitz_6387499
Las dos caras de la moneda
y creo que ambas son dignas de destacar...
Acertadamente el gurú Corsario nos da a entender algo muy importante: tenemos EN NUESTRAS MANOS el control de aquello que tanto nos aflige... pues hemos sido nosotros quienes hemos decidido poner nuestro corazón en la línea de fuego... no malinterpretemos, tal vez nadie decide cómo y de quién se enamora, la decisión que tomamos y cuyo control poseemos es la de cuánto más estamos dispuestos a perpetuar la agonía de una situación romántica que no parece resultarnos favorable.
La realidad puede ser un poco triste, al menos lo es más que todas las series de televisión y películas que nos han malenseñado que al final de la función se recompensa a quién más sufrió por amor con el (mentiroso) "y vivieron felices para siempre..." En verdad, el ser amado por la otra persona parece depender tan mínimamente de lo que tú puedas/no puedas hacer al respecto... es decir, no hay garantías de que una "correcta" forma de proceder te asegure el éxito.
(aunque sí advierto una serie de comportamientos "incorrectos" que parecen enamorar tan profundamente a ciertas mujeres... curioso, no??)
Pero, a mi parecer, tampoco debemos olvidar lo IMPRESCINDIBLE que resulta correr los riesgos inherentes a extraerte el corazón del pecho, ponerlo sobre la mesa y pasarle un martillo a la persona que amas, con una sonrisa que diga "elige".
Aunque lo anterior debe hacerse por períodos de tiempo razonables (y ajustados a las capacidades de cada persona) y con la conciencia justa para saber exactamente cuándo retirarse. Y tal vez sea ese el mayor desafío que enfrentemos: saber hasta dónde debemos llegar por ese amor.
¿quién es el dueño de la herida? ¿el que la causa? ¿o el que la padece?
Hay una frase muy certera de Gabriel García Márquez: "Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar".
Nada más leer la frase cada uno lo asocia a su contexto o realidad más cercana. También se dice que el lenguaje mudo de nuestra alma son las lágrimas, y tal vez si esa persona por la que derramamos lágrimas sinceras entendiera el valor de estas, el valor de nuestro corazón, el valor de nuestra persona... quizás haría lo imposible por evitarlas.
PERO lamentablemente en muchas ocasiones amamos sin mirar a quien y nosotros mismos abaratamos el precio de nuestras lagrimas y las damos a cualquiera, hipotecando en muchos casos nuestros sentimientos (y en casos extremos nuestras vidas)
Realmente Gabriel García Márquez tenía mucha razón en ello, por lo menos en lo referente a la pareja, ya que en cuestiones de amor, nadie merece una lágrima nuestra y cuando aparece la persona que por su amor sincero, su lealtad, realmente merece nuestras lágrimas esa persona hará todo lo posible y hasta lo imposible por evitar hacernos llorar o sufrir...
Es cierto que se puede llorar ante la desgracia de un ser querido, pero llorar por una persona que nos decepciona, nos hace daño, como un amor por ejemplo, no "debería" ser... Esas lágrimas son inútiles. Por que si de verdad a la persona amada le importa tu bienestar no va a hacer cosas para decepcionarte.
Recuerden que aquel que te ama realmente jamás te humillara y siempre va a querer lo mejor para ti
Así no habría corazones rotos.