El querer estar solo o aprender a tomar distancia de los demás no es siempre una demostración de desprecio hacia la humanidad. También puede ser una forma legítima de buscar un momento de reflexión entre tanto caos mental que a veces parece bombardear nuestra cabeza. Cuando uno se retira hacia su interior lo único que hace es reconectar con la luz de su alma: una brillante señal que nos tranquiliza y prepara para salir otra vez a la superficie del mundo.
Es importante tener momentos para el recogimiento, buscar un espacio privado para dejar reposar la mente. Puedes sentarte en el banco de un parque y observar a la gente pasar con sus cómicas formas de caminar o paseando a sus perros que van de aquí para allá husmeando las calles. Puedes ir a una cafetería y pedir algo exquisito para comer o bastaría con quedarse quieto y silencioso allí mismo dónde estás, mientras intentas oir tu propia respiración. Eso también puede ayudarte a conectar con tu ermitaño interior.
El equilibrio perfecto parece consistir en saber administrar con eficacia nuestros momentos compartidos y nuestros momentos solitarios. Y esto tiene sentido porque la vida es un poco de ambos. La vida es un poco de todo.
NOTA:
La imagen adjunta corresponde a la carta The Hermit, extraída de la baraja Golden Tarot, creada por Liz Dean y editada por Cico Books en el 2008.