Libra y Piscis forman la configuración de signos solares 6-8, lo que significa que ninguno de los dos sabe ni remotamente por qué el otro (o la otra) piensa o actúa como lo hace.
Piscis y Libra no son en absoluto hijos "vulgares" de la Madre Tierra. Él es etéreo y soñador. Ella es igualmente vaporosa y soñadora, aún más soñadora que él.
Como sucede en todas las configuraciones 6-8, que tienen diferencias tan pronunciadas entre sus motivaciones básicas, a la chica Pez y el hombre Libra nunca les resulta fácil enamorarse.
Sin embargo, una vez que se enamoran, las diferencias se fusionan a menudo en una forma sorprendentemente satisfactoria, que los beneficia a ambos por igual.
Comparten los sentimientos y la sensibilidad, así como el amor por la balleza. El uno y la otra prefieren la paz y la armonía a la conducta agresiva y la tensión de la controversia.
Ni Libra ni Piscis pueden soportar durante mucho tiempo la lacerante realidad de un conflicto tenso, y si éste se generara en razón de que uno de ellos tiene un horóscopo muy negativo, el otro no tardará en alejarse flotando (Libra) o nadando (Piscis), probablemente para no volver. La faceta positiva consiste en que los dos también flotarán o nadarán juntos para alejarse de las presiones externas, y se refugiarán el uno en brazos del otro, buscando el sosiego y la paz que necesitan para conservar el equilibrio (él) y la tranquilidad (ella).
La mujer Piscis y el hombre Libra son ambos sabios, y cada cual tiene un tipo distinto de sabiduría. La de él es intensamente intelectual (no obstante sus propensiones románticas, sentimentales) y la de ella es profundamente emocional (no obstante su fachada serena y fría). Se trata de una alquimia mágica, y como ambos casi siempre están dispuestos a trasigir, pueden hacerse muy felices el uno al otro.
:: LA COMBINACIÓN DE LOS ELEMENTOS ::
AIRE Y AGUA
El Aire penetra en el Agua... la agita, la hace bullir en olas restallantes... y después se aleja... infiltración o ataque éste sobre el cual el Agua no ejerce ningún control. Cuando el Agua penetra en el Aire en forma de humedad, lo torna pesado. Pero, en el interín, también suministra a toda la Naturaleza el bienaventurado alivio de la lluvia, trocando mágicamente el Aire "en su propio elemento", transmutación esta sobre la cual el Aire no ejerce ningún control. En última instancia, el desenlace no depende de la opción de ninguno de los dos individuos... sino sólo de la Voluntad del Destino Supremo.