Lo cuelgo acá porque se que los escorpio son uno de los signos mas fogosos del zodiaco
Mariano Betés de Toro
Universidad de Alcalá de Henares
El sexo de las mujeres es eminentemente psicológico. Su demanda es de cariño. El sexo del hombre es predominantemente físico, urgente la mayoría de las veces, como el apetito que le arrastra a una buena mesa.
El hombre se sacia y satisface su necesidad de forma momentánea. El sexo de la mujer es más estable, más vinculado a las caricias que a la penetración. A la mujer le gustan los prolegómenos, la complicidad, las miradas de afecto, las caricias delicadas. El hombre se siente atraído por la pasión física, los movimientos espasmódicos y las caricias en sus genitales.
La mujer ofrece sexo por amor. No hace el amor: lo expresa, lo pide, abandonándose al otro. El hombre hace el amor, lo produce, pero su elaboración es efímera. En la mujer, el afecto se va consolidando con el tiempo, dejándole huella; en el hombre, cada acto sexual es el inicio de una relación. Es una pasión del bajo vientre, una necesidad biológica de lujo, a diferencia del comer y del beber, que son necesidades biológicas primarias de supervivencia.
La apetencia de sexo de la mujer pasa por el deseo de sentirse admirada y querida. Entonces utiliza el sexo como un intercambio: doy sexo a cambio de cariño, de estabilidad emocional, de proyecto de futuro. La mujer se viste sexy para sentirse bien, para sentirse deseada, para atraer al hombre. Seduce para sentirse amada. Para la mujer, el sexo es un medio; para el hombre, una finalidad.
El hombre se siente enganchado a la mujer a causa del sexo, y la mujer lo sabe, y muchas veces se aprovecha de ello, y pone condiciones a la relación. Ahí se produce el desencuentro. Ambos buscan cosas diferentes: el hombre, la satisfacción material de sus instintos; la mujer, la satisfacción inmaterial de ser querida.
¡Pobres, hombres y mujeres, que cuando realizan sus actos amorosos persiguen metas diferentes! ¡Pobre soledad la del hombre, que tiene que satisfacer sus necesidades sexuales urgentes en su propia intimidad o fuera de casa! ¡Pobre soledad la de la mujer, que ofrece sexo para soñar con el amor de su pareja, y recibe la soledad del sueño del hombre satisfecho!
Hay un terreno común entre hombre y mujer, que está a medio camino entre sus objetivos. La afectividad y el amor es el lugar de encuentro. Allí es donde se diluye la soledad y el olvido. Allí cada uno se encuentra a sí mismo en el otro. En el amor, el hombre observa a la mujer y se olvida de sí mismo. En el amor, la mujer satisface al hombre y se olvida de sí misma. Sólo el amor nos dice que existe la otra persona, que es más importante que el menú del momento o la inapetencia física de hoy.