Hola,
Soy hombre, Leo (ascendente Libra), de 30 años, y llevo un año saliendo con un Escorpio (ascendente Capricornio) de 27 años. Tenemos el fuego, el viento, el agua y la tierra jugando en esta relación.
Hemos tenido varios altibajos este año, como se puede imaginar de una relación Leo-Escorpio. Siempre he tenido plena confianza en él y nunca ha querido comprometerse verbalmente (no podemos decir que hemos sido pareja, porque siempre insistió en no querer compromisos). Aún así, me trató como si fuésemos pareja e invirtió mucho esfuerzo en mí; hasta me llevó a cenar con su abuela, que vino de lejos para verle, ya que vive lejos de su familia. Siempre me dijo que no queda con otros, que no anda buscando sexo por ahí y opina que, si uno de los dos quisiera hacer algo con otro, "debería saberlo antes para tomar una decisión". Todo este discurso salió de él este año.
Hasta que su móvil se quedó en mi mochila, y yo a solas con su móvil. Jamás se lo registré. Pero intuía movimientos y ausencias extrañas en las últimas semanas. Estas cosas tan típicas de Escorpio donde se meten en su mundo y no aparecen hasta una semana o dos más tarde (con el consiguiente sufrimiento que me genera). En su móvil comprobé que, la noche antes de estar él y yo muy acaramelados y muy tierno conmigo, estuvo con otro de madrugada. Con razón estuvo todo el día cansado y necesitó una larga siesta: había estado con otro. Además, él le proponía a este otro en la conversación ir algún día a la playa juntos. Por si fuera poco, descubrí que tenía una aplicación para ligar, con su foto de cara en el perfil, que parecía haber estado usando desde marzo de forma constante. Me quedé destrozado. Todavía estoy hundido, confuso y ahora cenaré tras estar 48 horas sin probar bocado. Nunca lloré tanto como este fin de semana.
Al ver esto, le mandé un email suave contándole que se dejó el móvil en mi mochila, y me disculpaba por habérselo mirado. Le dije que pasase por mi casa para recoger el teléfono, ya que le avisé de que me encontraba en shock y no podía ir a su casa a devolvérselo. Su reacción fue tocar al timbre en 30 minutos (jamás vino tan rápido a mi casa), le abrí, entró por la puerta, fue directo a por su teléfono y se fue dando un sonoro portazo. A los pocos minutos, me dijo "te pasas con la invasión. No me escribas más".
Yo le escribí un correo agradeciéndole todo lo bueno que me ha dado este año, y diciéndole que siempre le querré. Esa fue mi reacción. Sin acusaciones. Sin victimismos.
Nunca me enamoré de esta forma. Ni siquiera sabía que era posible querer tanto a alguien. Soy consciente de que, a veces, le he sonado edulcorado o algo intenso para él, pero realmente me da un vuelco el corazón cuando recibo un mensaje con su nombre, aún un año después. Mi vida se detiene cuando estamos juntos.
Nos entendemos a la perfección, opinamos prácticamente igual en todo, en el sexo hemos descubierto cosas juntos y le he dejado dirigir (un Leo entregando la batuta a un Escorpio: me leí bien el manual de Escorpio), funcionamos muy bien, hay una química explosiva y, cuando todo va bien, va espectacular.
Pero no entiendo cómo un hombre al que hacía fiel (lo puso difícil para conocernos, y más aún para acostarse conmigo) y sincero (conozco el valor de la sinceridad para Escorpio y daba por sentado que son los primeros en aplicarse) ha llegado a este punto, y no entiendo cómo todo esto debe acabar así. Ni entiendo por qué le da mucha mayor gravedad a mi traición (caer en la tentación de hurgar en su teléfono) que a una alta traición por su parte, hasta el punto de tratar de ser él la víctima y dar él el portazo.
Hago todo este esfuerzo porque la vida no me pone a hombres como él a menudo. Hay oportunidades que no pasan dos veces y me duele mucho el corazón cuando pienso que nada volverá a ser igual y que no tiene arreglo.
Creo que, en la vida, menos la muerte, todo tiene solución. Pero ¿cuál?