La muerte de una mascota conlleva la ruptura de una rutina y unos hábitos arraigados entre las personas que convivían con ella en el hogar. Esta pérdida puede ser tan dolorosa que algunas personas optan por tener en casa varios ejemplares para evitar el ruidoso silencio y el gran vacío que dejan tras su muerte. La veterinaria Beatriz Morén, del Hospital Sala Gorón de Sitges (Barcelona), recomienda que, si se opta por esta medida, las dos mascotas que se adquieran no tengan la misma edad, sino que se lleven varios años de diferencia, para que ambas no mueran en la misma época, lo que resultaría doblemente doloroso para sus dueños.
Otro de los trucos que Kowalski apunta en su libro es escribir una carta de despedida, un ejercicio que puede ser de gran ayuda para liberarse de la ira y de la tristeza que se pueden sentir durante el periodo del duelo. Esta misiva de despedida puede ser especialmente útil en los casos en que la muerte de la mascota ha ocurrido repentinamente, por un atropello por ejemplo. Otra propuesta es que sus dueños estén presentes durante el momento de la muerte, una petición a la que cada vez son más sensibles y receptivos los veterinarios. Asistir a un animal querido en su transición a la muerte puede ayudar tanto a la mascota como a sus apenados dueños a asumir esta vicisitud. El acto físico de enterrar al animal y hacer una pequeña ceremonia también facilita la despedida.